domingo, 9 de mayo de 2010

A 21 días de las urnas, la campaña sigue abierta


LA RECTA final de la campaña presidencial llegó. Sólo restan 21 días para la cita en las urnas y si bien las encuestas proyectan un duelo sólo entre dos candidatos, las realidades políticas y electorales parecen vislumbrar una realidad distinta.

Los sondeos de preferencias electorales revelados esta semana muestran al aspirante del Partido Verde, Antanas Mockus, con un ventaja de entre cuatro y doce puntos con respecto al candidato de La U, Juan Manuel Santos.

Resultados tan disímiles entre dos encuestas evidencian que, más allá de la metodología aplicada en cada sondeo de opinión, es muy riesgoso derivar de ellas un escenario electoral y político medianamente real.

Es claro que Mockus y Santos son los aspirantes que en estos momentos tienen las mayores posibilidades para pasar a la segunda vuelta. Eso es innegable. Sin embargo creer que los candidatos de dos partidos tradicionales como el Conservador y el Liberal obtendrían votaciones ínfimas, al tenor de los resultados de las encuestas, resulta una apuesta muy riesgosa.

Algunos analistas políticos tienden a calcular que cada punto porcentual en los sondeos de preferencias presidenciales puede representar entre 100 mil y 125 mil votos. De ser así, entonces el candidato de las toldas rojas, Rafael Pardo, apenas si llegaría a los 500 mil votos, mientras que Noemí Sanín bordearía el millón de sufragios. Sin embargo, si esa previsión se compara con los resultados obtenidos por cada uno de esos partidos en los comicios parlamentarios de marzo pasado, se ve a las claras que la diferencia es significativa.

Como se sabe, el liberalismo sumó en su lista para Senado más de 1,7 millones de votos, mientras que el conservatismo estuvo muy cerca de los 2,3 millones de votos.

En ese orden de ideas, al tenor de las encuestas y el cómputo señalado por cada punto porcentual, Pardo perdería más de dos terceras partes de esa votación y Sanín alrededor de la mitad. En este último caso la duda sobre la fiabilidad de los “momentos de campaña” que muestran las encuestas es mayor aún, toda vez que la consulta interna del Partido Conservador para escoger candidato único estuvo alrededor de los tres millones de sufragios.

Además, las bases de esas colectividades son muy fuertes en las zonas rurales y semiurbanas, a donde los sondeos de opinión llegan muy poco. No sin razón varias campañas presidenciales se quejan del que consideran excesivo peso porcentual y representativo que los universos estadísticos de las encuestas dan a Bogotá y varias capitales como Medellín o Cali.

También resultaría un poco difícil de creer que candidatos de la trayectoria de Gustavo Petro o Germán Vargas Lleras no alcancen en los comicios del 30 de mayo votaciones superiores a los 300 o 400 mil votos, si se aplica el polémico cómputo a los promedios que los candidatos del Polo y Cambio Radical tienen en las últimas encuestas.

Votos nuevos

Ahora, lo que sí podrían estar reflejando en parte las encuestas es que la campaña, más que polarizada, está disparada. Es decir, que fenómenos como la llamada “ola verde” lo que están generando es un pico de entusiasmo político que, primordialmente, está impactando en jóvenes y personas de mayor edad pero que no han votado o lo hicieron de manera muy esporádica en anteriores ocasiones.

Incluso los mismos comicios parlamentarios ya son un indicador de la mayor inclinación de la ciudadanía por votar. Cuando todo el mundo creía que después de la parapolítica y los demás escándalos graves que afectaron al Congreso en el último cuatrienio, el interés por las elecciones parlamentarias no aumentaría, pasó lo contrario. Al final, el 14 de marzo hubo más de 13,2 millones de sufragantes, un incremento sustancial respecto a lo registrado en 2006.

Tradicionalmente la votación en elecciones presidenciales es superior a las de Congreso en más de dos millones o dos millones y medio de votos. Así las cosas, en los comicios para la primera vuelta bien podrían presentarse alrededor de 16 millones de sufragantes. Este sería un guarismo sorprendente, toda vez que en 2006 en la escogencia de Jefe de Estado participaron 12,1 millones de colombianos, marcando un índice de abstención para ese entonces de 54,95 por ciento.

Para algunos analistas, lo que las encuestas pueden estar reflejando es la tendencia mayoritaria de esos nuevos tres o cuatro millones de ciudadanos que el 30 de mayo asistirán a las urnas, y que en un buen porcentaje estarían inclinándose por apoyar el fenómeno de Mockus.

En ese orden de ideas, si la abstención en la jornada electoral del 14 de marzo pasado estuvo alrededor del 55,7%, no sería raro esperar que dentro de 21 días ese índice se reduzca a un poco más de 50 por ciento de personas no ejercieron su derecho al voto.

Así las cosas, no resultaría descabellado concluir que tanto Mockus como, en menor proporción, Santos no le están quitando porcentajes muy sustanciales de apoyo e intención electoral a los partidos más tradicionales como el liberalismo y el conservatismo, sino que se están peleando muchos de los votos nuevos o de la franja de abstencionistas que en esta ocasión parecen más entusiasmados para asistir a las urnas.

Lo que viene

Ahora bien, si algo ha demostrado la actual campaña electoral es su alta volatilidad. No hay que olvidar que hace menos de tres meses todos los guarismos daban como seguro inquilino de la Casa de Nariño al propio Uribe Vélez. Luego, caído el referendo reeleccionista, Santos empezó a repuntar y Sergio Fajardo, que había figurado bien en las encuestas del último año, siempre por encima del 10 por ciento, comenzó a retroceder. Vino entonces la irrupción fuerte de la campaña de Sanín, que en cuestión de dos semanas se puso detrás de Santos e incluso, según las encuestas del momento, empataba con él en una eventual segunda vuelta. Después le correspondió el turno a Mockus, que tras los resultados de la consulta interna de los “verdes”, empezó a subir aceleradamente y pasó a la aspirante conservadora, que inició tránsito por una senda negativa en los sondeos. Luego fue Santos el que empezó a descolgarse lentamente, al punto que en cuestión dos 15 días el ex alcalde de Bogotá lo igualó en los 30 puntos porcentuales y desde la segunda quincena de abril pasó a comandar las encuestas.

Si todo eso pasó en menos de tres meses, asegurar que el escenario que hoy se refleja en la campaña será el mismo con el que se llegue al 30 de mayo, es muy riesgoso. En realidad cada día es un marco circunstancial distinto y ello queda comprobado en los mismos escenarios electorales disímiles que reflejan encuestas reveladas con apenas uno o dos días de diferencia.

Puede que Mockus y Santos tengan casi seguro el tiquete para la segunda vuelta, pero que la “fotografía” de campaña que existe hoy sea la misma que se verá dentro de 21 días, es muy difícil. Es necesario esperar el resultado de los nuevos debates entre los candidatos, evaluar el impacto y viabilidad de las alianzas que se empiezan a insinuar y, sobre todo, esperar qué nuevos hechos, escándalos, descachadas o aciertos se registran en el día a día. La campaña está abierta y muchas cosas pueden pasar.


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