domingo, 7 de marzo de 2010

Guiños, endosos y otras fábulas electorales


En la primera semana de campaña presidencial contrarreloj, la atención se centró en las movidas del Jefe de Estado para señalar el perfil de su sucesor y la pelea de algunos de éstos por esa ‘bendición’. Sin embargo, con el pasar de las semanas esa pelea perderá efecto.

NO DEJA de ser paradójico que en la antesala de las elecciones para escoger a un nuevo Congreso, lo que está centrando la atención de la opinión pública no es esa puja proselitista sino la campaña contrarreloj presidencial.

Tras el hundimiento de la ley del referendo reeleccionista la semana pasada en la Corte Constitucional, la carrera por la sucesión del presidente Álvaro Uribe en la Casa de Nariño cogió un ritmo inusitado. Es más, se puede decir que el “duelo” por la muerte de la posibilidad de un tercer mandato consecutivo del hoy Jefe de Estado fue muy corto.

Cuando se pensaba que la cúpula uribista pondría el grito en el cielo por la decisión del alto tribunal y empezaría un juicio de responsabilidades sobre los culpables directos e indirectos de la fallida iniciativa, nada de eso ocurrió. Por el contrario, con asombrosa rapidez los que antes defendían a capa y espada la iniciativa referendaria y advertían que era la única salida y no había por tanto ningún “Plan B”, automáticamente se alinearon con las campañas presidenciales de varios de los alfiles uribistas. En cuestión de minutos se cambiaron de camiseta e incluso entraron a ocupar cargos de responsabilidad en la nueva aventura proselitista.

Por lo mismo, la palabra referendo, que había centrado el debate político y electoral en los últimos dos años y medio, prácticamente desapareció de la agenda y ese espacio fue ocupado por la puja de los presidenciables. Desde ese momento empezaron a tomar fuerza otro tipo de vocablos que, así como marchan los hechos, serán los que de ahora en adelanta copen todo el espacio de debates y eco mediático.

La primera de esas palabras, y sin duda la más mencionada en la última semana, es “guiño”. Con ella se quiere significar la posibilidad de que el presidente Uribe pueda señalar al candidato oficialista que considere más apto o preparado para recoger las banderas de la Política de Seguridad Democrática y buscar la continuidad de las políticas gubernamentales después del 7 de agosto.

Locuacidad presidencial

Aunque el Jefe de Estado no puede participar en política partidista ni electoral, lo cierto es que ha estado en la última semana dedicado a enviar mensajes indirectos y tácitos sobre el perfil y la misión que debe tener ese sucesor. Lo hizo desde el misma sábado 27, apenas 20 horas después del fallo de la Corte. Ese día no habló pero sí se reunió, por separado, en Cali, con el precandidato conservador Andrés Felipe Arias y el presidente de la U y virtual candidato presidencial, Juan Manuel Santos. Ambos salieron de sus respectivos encuentros con el Jefe de Estado dando a entender que Uribe Vélez les había dado el ‘aval’ y el “guiño” para buscar la sucesión en la Casa de Nariño.

Un día después, el domingo, en Montevideo, empezó el Mandatario con sus mensajes cifrados pero que obviamente todo el país político empezó a interpretar como lineamientos políticos y electorales tácitos. “Una reflexión para los colombianos: de la Seguridad Democrática apenas se ha puesto el primer huevo; más que cacarearlo, necesitamos dedicarnos a afianzarla”, dijo.

El lunes, como era apenas obvio, todo el cotarro noticioso estaba alborotado en torno a si Uribe había hecho o no el “guiño” a Arias o Santos. Mientras que éstos competían entre sí y decían que directamente no había pasado eso, pero que el Jefe de Estado y ellos tenían muchas coincidencias políticas y programáticas, el resto de los aspirantes a la Jefatura de Estado criticaron el pulso entre el precandidato conservador y el jefe de la U por el beneplácito presidencial, al tiempo que aseguraron que no necesitaban de aval o espaldarazo alguno para defender las políticas gubernamentales y de Estado que habían probado su eficacia así como para proponer los ajustes y correctivos necesarios para mantener y enrutar al país por un sendero de progreso económico, seguridad rural y urbana, y buenas relaciones internacionales.

En medio de esa polémica y cuando fue obvio que la pelea por el “guiño” amenazaba con generar fisuras en la ya debilitada coalición uribista, el Jefe de Estado volvió a hablar. “Hace tiempo escogí una candidatura.

Voy a votar por una candidatura que sea la candidatura de la Seguridad Democrática, de la promoción de la inversión, de la política social con resultados… Yo no soy hombre de guiños, yo soy hombre no de señalamientos sutiles sino de compromisos del alma. Mi compromiso es con la Seguridad Democrática, la promoción de la inversión como camino de generación de empleo y de emprendimiento, y además con la política social”, dijo el Presidente.

Pese a que ya desde varios sectores se denunciaba que el Jefe de Estado podría estar participando indirectamente en política partidista, y se urgía a la Procuraduría tomar cartas en el asunto, el martes Uribe volvió a pronunciarse: “Es muy importante que los colombianos escruten quiénes ofrecen sincero compromiso, genuina convicción para avanzar en la Seguridad Democrática, en la inversión y en la política social con resultados”, sostuvo.

El miércoles no fue la excepción. “Si no hay lealtad, nos engañan, porque hablan en campaña simplemente de que quieren la Seguridad Democrática, para conseguir votos, y después se olvidan de la Seguridad Democrática”. Ese mismo día el ex presidente Andrés Pastrana urgió al procurador Alejandro Ordóñez que investigara si el Jefe de Estado estaba participando en política y tomara los correctivos del caso.

Vino entonces el jueves y la línea presidencial no cambió. “Yo sí le hago el guiño a unas políticas, a la lealtad a esas políticas, a la aguerrida convicción, al sincero compromiso”, subrayó el Jefe de Estado.

Ya el viernes, en una extensa entrevista radial, el presidente Uribe esquivó múltiples preguntas en torno al “guiño” pero reiteró todos sus planteamientos sobre la importancia de que los colombianos escojan a un mandatario que “mantenga el rumbo” de las políticas gubernamentales actuales.

Interrogantes

Como se puede concluir, es claro que el Presidente está muy interesado en que haya continuidad de sus políticas después del 7 de agosto. Para ello, según se desprende de sus palabras, no sólo está dispuesto a arriesgarse a señalar a los colombianos cuáles deberían ser el perfil, experiencia y programa del aspirante más apto para sucederlo, sino que acude a la palabra “lealtad” para tratar de direccionar las miradas hacia los candidatos más cercanos a su causa.

Es claro que con el foco de la opinión pública encima y las presiones a la Procuraduría para que vigile las actuaciones del Jefe de Estado, difícilmente Uribe Vélez se arriesgará a hacer un señalamiento directo a algún candidato. Incluso, si llegara a ese extremo no sería raro que alguno de los demás aspirantes amenace con retirarse de la contienda alegando falta de garantías electorales por clara parcialidad gubernamental.

Por otra parte, considerar que con “guiño” o sin “guiño” el Jefe de Estado puede endosar su potencial electoral a alguno de sus candidatos uribistas no deja de ser una hipótesis muy difícil de probar. Ya en los casos de la presidenta chilena Michelle Bachelet o del mandatario brasileño Inacio Lula Da Silva quedó en evidencia que la alta popularidad de los mandatarios es una especie de capital personal que es muy difícil traspasar a un eventual sucesor. Los politólogos insisten en que Bachelet, Lula y Uribe lo que inspiran es confianza y eso no se puede trasladar ni endosar, es necesario generarla.

Igual, es claro que cuando el Jefe de Estado ha tratado de inclinar la balanza de algún proceso electoral, no le ha ido bien. El caso más emblemático y significativo fue el de las elecciones de 2007 para la Alcaldía de Bogotá, en donde el Gobierno nacional fue muy evidente en su beneplácito a Enrique Peñalosa pero terminó ganando el aspirante del Polo, Samuel Moreno.

Conscientes de ello, algunos analistas han empezado a matizar el alcance de eventuales “guiños” presidenciales y endosos de potenciales electorales. Para algunos, una señal de apoyo o aval del Jefe de Estado a un aspirante le podría estar sumando algunos puntos en las encuestas. Sin embargo, el hecho de que casi todos los aspirantes digan que continuarán con la Política de Seguridad Democrática y no aparezca alguno que prometa desmontarla, le termina quitando fuerza a una eventual manifestación de parcialidad política del Primer Mandatario.

Como si fuera poco, es claro que en los primeros días después de caída la reelección todavía hay un efecto sentimental por la no continuidad presidencial. Pero es seguro que ese efecto se irá diluyendo con el pasar de los días y la ciudadanía entonces se centrará más en definir a qué candidato apoya, antes que estar pendiente de cuál se muestra más cercano al saliente Jefe de Estado.

Al final de cuentas, hablar de “guiños” y endosos electorales termina siendo un escenario marcadamente hipotético. Casi una fábula, en donde cada quien puede crear su propia realidad política… Sin embargo, es claro que una vez transcurran más semanas en esta campaña contrarreloj la ciudadanía, así como dejó atrás rápidamente el tema del referendo, también empezará a pensar en Uribe Vélez como ex presidente. Y allí su influencia iniciará el declive.


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