domingo, 21 de marzo de 2010

El embeleco del Parlamento Andino


Embeleco supérstite del Grupo Andino o Comunidad Andina de Naciones, el cual la mayoría de los colombianos ha rechazado porque no quiere saber nada de semejante batiburrillo cargado de privilegios. Es posible que más de un elector se hubiera formulado preguntas acerca de todo lo que deben dar y ofrecer en tan codiciado escenario, del cual no se exceptuaron de inscribir sus candidatos hasta los revolucionarios que se protegen hoy bajo las inmunidades del otro parlamento. En efecto en la cola de aspirantes se han ubicado ineptos diplomáticos quienes no se resignan a dejar la molicie y las fatigantes tareas livianas que conocieron algún día en medio de alamares y gazmoñerías. También se encuentran en la fila algunos individuos que por haber perdido su clientela para asumir una curul en el otro parlamento, aspiran ahora a completar sin sobresaltos ni angustias el tiempo de su jubilación en el Andino.

Devengan como cualquier otro parlamentario de los nuestros, cada desplazamiento al exterior desde luego va acompañado de “decorosos viáticos” en dólares, con seguridad tienen los privilegios e inmunidades propios de quienes hacen parte de un organismo multilateral como es el derecho a importar su vehículo al finalizar su duro período, no harán cola ante las ventanillas de inmigración del Eldorado, con seguridad se les asignará un estorboso escolta que les garantizará a cada uno la circulación de su camioneta blindada sin que tenga que detenerse ante los semáforos, pudiendo realizar cuantas contravías le demanden sus urgentes desplazamientos y aparcar en todos los sitios prohibidos para los restantes mortales.

La manera como el elector decidió pronunciarse en relación con el Parlamento Andino entraña una buena dosis de reflexión política. Lo primero que salta a la vista es que aquel hubiera podido abstenerse de marcar el tarjetón y proceder a introducirlo en la urna, o bien crear una condición que invalidara o hiciera nulo el voto. Este no fue el caso. Procedió a marcar en forma válida el tarjetón en la casilla del voto en blanco, obteniendo tal expresión electoral una importante superioridad numérica respecto de aquella que obtuvieron los partidos políticos que aspiraban a integrar tal corporación. Imposible pretender mayores reflexiones y examen previos a la decisión.

El voto en blanco solo puede ser interpretado como una posición de rechazo o desacuerdo con los candidatos inscritos y por extensión, como una expresión de desacuerdo con la entidad o sea una desaprobación al Parlamento Andino. Si se quisieran explorar las razones que podrían alimentar la posición de quienes sufragaron en blanco, bastaría con darle una mirada a lo que hoy sienten los colombianos como herencia nefasta de lo que algún día nació y no hemos acabado de enterrar por completo y es la Comunidad Andina de Naciones, que es el antiguo grupo andino pero travestido. El país entero ha tenido oportunidad de presenciar en vivo y en directo, como dicen nuestras divas de la televisión, los alevosos ataques proferidos contra nuestro gobierno, por parte del coronel Chávez, del rabioso señor Correa del Ecuador, de don Evo, ante la mirada cómplice de la mandatarias de Argentina y Chile, por fortuna en este último caso en vía de franca rectificación.

Para infortunio nuestro, si bien los gremios que merodean por la Casa de Nariño defienden la Comunidad Andina porque es un “testimonio de nuestra vocación integracionista”, en verdad lo hacen para defender las facturas pendientes de pago por un insignificante cambio de pandeyucas y almojábanas por cojines de alpaca y artesanías de los quechuas y quillacingas.

Desde el momento en el cual el coronel Chávez arribó al poder no hizo cosa diferente a la de obstaculizar, dificultar e impedir el flujo comercial, incluso aquel que históricamente surgió del hecho de la vecindad y proximidad fronterizas. Su retiro del grupo andino a sabiendas de las obligaciones pendientes de pago a algunos de nuestros productores, fue una zancadilla mal calculada y peor hecha, teniendo en cuenta la situación de premura alimenticia hacia la cual conduciría de manera equivocada a su pueblo. De manera inexplicable hoy estamos empeñados en ayudarle a empuñar el látigo a quien nos ha fustigado en el pasado. Un poco más inteligente resultó el vecino del Ecuador, quien sintiendo el deber y la obligación de solidarizarse con su socio de Venezuela, pretendió en un mal momento para él, prescindir de cualquier actividad surgida del bilateralismo colombo-ecuatoriano, pero de todas formas el golpe y la herida propinados al grupo andino aun sangran. No hay evento internacional que el mandatario boliviano no aproveche para despacharse contra lo que denomina como nuestro servilismo pro norteamericano.

No se requieren más argumentos para demostrarle a los electores colombianos la necedad de mantener vivo un órgano cuyo sistema cerebral viene en proceso de morir. Infortunadamente para nuestro país de leyes, no podemos retirarnos del Parlamento Andino hasta tanto no hagamos lo propio en relación con la Comunidad Andina. Ese nudo gordiano entre comunidad y parlamento quizás fue la argucia ideada por los burócratas que en su momento negociaron el nacimiento de las inútiles creaturas. En consecuencia, tendremos que seguir votando en blanco por nuestros candidatos al Parlamento Andino así como tendremos que seguir sosteniendo a la Comunidad Andina aunque ni esta ni aquel nos resulten útiles para algo.

Francamente produce hilaridad la nota de protesta enviada por la Presidenta del Parlamento Andino, alegando por el hecho de no haberle informado a los colombianos acerca de la utilidad de la entidad que preside. Sinceramente creemos que gracias a la ilustración y a la madurez de nuestros electores se dieron tan afortunados resultados. No faltarán los rábulas que pretendan repetir el costoso proceso, aunque estamos seguros que el resultado puede ser semejante al ya escrutado o que opten por escoger entre la votación minoritaria resultante, lo que laceraría aún mas nuestra democracia política.


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