lunes, 15 de febrero de 2010

"La Corte ya había dicho que la reelección solo podía darse por una sola vez": Manuel Cepeda



El ex magistrado, habló de reelección y defendió a la Corte en entrevista con María Isabel Rueda.


¿Por qué resuelve ahora romper su silencio, si nunca había dado una entrevista desde que salió de la Corte Constitucional?

Porque al regresar de una conferencia en E.U. encontré un ambiente enrarecido contra la Corte Constitucional.

¿De cuál de los dos sectores?

De ambos. Y yo soy el pretexto. Quienes se alarmaron con la ponencia del magistrado Sierra Porto porque están a favor de una segunda reelección, dicen: 'tranquilos, hay esperanza, porque Manuel José Cepeda fue convencido de una tesis contraria'. Y quienes se oponen radicalmente a la segunda reelección, dicen: 'no se hagan ilusiones, porque a Sierra Porto lo van a convencer'. Mi deber era salir a defender el trabajo de la Corte porque es serio, basado en las pruebas que obran en el expediente y fundado en argumentos jurídicos.

¿Es un mito, o fue una realidad, que usted cambió su voto como ponente de la primera reelección?

No cambié el voto. Por eso hice pública el acta en que presenté mi ponencia y claramente dije que ninguna de las irregularidades alegadas por los demandantes constituía un vicio de inconstitucionalidad.

Pero usted sí consideró al principio que había vicios subsanables de inconstitucionalidad, y al final no los sostuvo.

Sostenía que había una irregularidad en la violación del reglamento, no de la Constitución, que residía en que los impedimentos y recusaciones debían tramitarse siempre a través de la comisión de ética del Congreso. En la discusión, un magistrado que salvó el voto y que analizó con mucho detenimiento el punto, no compartió que la interpretación del reglamento fuera esa. Escuché sus argumentos, y ante la ausencia de una regla clara en la materia, estimé, como lo hice en fallos anteriores como el del estatuto antiterrorista, que no podía llegarse a la conclusión ni siquiera de que había una irregularidad que debiera ser devuelta al Congreso.

¿Acepta entonces que sí se dejó convencer?

Pues consideré que la irregularidad que yo creí que existía, no existía. No es que el trámite hubiera sido puro e inmaculado, pero no había una irregularidad que justificara que yo me pasara a la tesis de la inconstitucionalidad, o que me pasara a una tesis que impidiera que el acto legislativo fuera aplicado.

Los que aún consideran que eso tan razonable que usted acaba de explicar sí fue un cambio de voto, decían que era porque a su papá lo habían nombrado Embajador.

No tuve nada que ver con ese nombramiento, y cuando él me informó...

...Usted le dijo que preferiría que no aceptara.

Exactamente. Le manifesté mi oposición, porque la maledicencia era bien predecible. Pero él me informó que ya había aceptado porque creía que tenía una trayectoria lo suficientemente conocida como para que nadie pudiera hacer una asociación maliciosa. Yo le dije que ojalá tuviera razón.

Pues no la tuvo...

¡No! De buena fe creyó que no iba a tener ninguna implicación negativa aceptar este nuevo ofrecimiento diplomático, esta vez en Francia. Pero además, mi padre llegó ahí por una carambola muy complicada. Porque el presidente Uribe le ofreció la embajada primero al ex presidente Samper, lo que ocasionó que el ex presidente Pastrana renunciara a su embajada en Washington, lo que, a su vez, hizo que Samper no fuera finalmente nombrado en Francia, y que este cargo se lo ofrecieran luego a otras dos personas que no aceptaron, como fueron las doctoras Mariángela Holguín y Claudia Jiménez. Solo en medio de esa crisis se la ofrecieron a Fernando Cepeda. ¿Quién puede creer que yo fuera capaz de tejer esa serie de eventos para que mi padre terminara de Embajador?

También dicen que a su salida de la Corte lo premiaron con jugosos contratos del Estado.

Es una exageración pretender que una persona como yo, que ha trabajado para el derecho constitucional toda la vida, vaya a vivir de los contratos del Estado. Mi actividad principal desde que salí de la Corte ha sido con el sector privado. Sí trabajé como asesor para la Comisión de Regulación de Comunicaciones en un tema constitucional, porque los comisionados, que son autónomos del Presidente de la República, consideraron que yo podía contribuir.

¿Qué cree que pasará con el concepto negativo de la ponencia de Sierra Porto?

Estoy totalmente en desacuerdo con quienes lo han descalificado de político. Me pareció serio, con argumentos jurídicos. En lo que a mí respecta, me hubiera gustado ver un pronunciamiento tajante en el sentido de que se respetaba el pronunciamiento de la Corte Constitucional de que la reelección no era posible sino por una sola vez.

No creo en un fallo completamente jurídico porque la Corte Constitucional está al cuidado de la Constitución "política" de Colombia. Y la Corte no es ajena al origen político de su elección...

La palabra política tiene muchas connotaciones. Uno podría aceptar que la Corte es política, pero con 'p' mayúscula. Tiene que justificar sus decisiones con razones jurídicas y eso obliga a que la posición individual de un magistrado, por política que sea, debe transformarse en una razón pública compartida por una mayoría de magistrados.

No me refiero a que a un magistrado le guste o no Álvaro Uribe y según eso vote a favor o en contra de su permanencia en el poder. Me estoy refiriendo a que el tema de la reelección es un tema político por excelencia...

Lo que pasa es que los magistrados tienen en cuenta la evolución de las instituciones y las implicaciones institucionales de sus decisiones, pero las consecuencias políticas no los afectan tanto. Por eso hay fallos populares, impopulares, fallos que favorecen al Presidente de turno, fallos que lo perjudican. Eso no significa que la Corte Constitucional solo aplique mecánica y silogísticamente unas reglas claras indiscutibles. Por supuesto que no.

La Constitución le encarga a la Corte ser guardiana de los vicios de forma y no de los de fondo. ¿Usted cree que sus magistrados se pueden salir de esa camisa de fuerza formalista?

Fui un magistrado antiformalista y soy un profesor universitario antiformalista. Por eso compartí la tesis de que la Corte sí podría evitar que a partir de reformas constitucionales se hagan cambios tan profundos, que se entendiera que la Constitución del 91 ha sido sustituida por una opuesta o completamente diferente.

A usted le pasó como magistrado lo contrario de lo que en esta oportunidad le sucedió al magistrado Sierra Porto. Todo el mundo pensó que usted iba a votar en contra de la primera reelección, y votó a favor. Y mientras todo el mundo daba por hecho que el magistrado Sierra Porto iba a votar a favor, votó en contra...

Es muy cierto. Pero encuentro que la postura del Magistrado ponente ha sido absolutamente consistente. Él votó a favor de la pasada reelección porque la mayoría de argumentos en contra se basaban en irregularidades reglamentarias, y no las encontró fundadas. En cambio, en el tema del referendo sí hay argumentos de violación directa de la Constitución, que a él siempre le han parecido de la mayor trascendencia.

Él es un formalista. No lo digo despectivamente...

Él valora los procedimientos como una garantía democrática.

No comparte con usted la tesis de la posible sustitución del modelo político de la Constitución del 91...

Y el hecho de que no la haya planteado en su ponencia es coherente, porque él nunca ha sido partidario de esa tesis.

Usted y sus compañeros magistrados dejaron una jurisprudencia que indica que la primera reelección del Presidente no cambiaba el modelo político de nuestra Constitución. ¿Por qué una no y dos sí?

La Corte miró el sistema de frenos y contrapesos de la Constitución y llegó a la conclusión, tomando órgano por órgano, que no habría una sustitución del principio de separación de poderes por uno de acumulación en una sola persona o en una sola fuerza política.

¿Y eso lo miraron organismo por organismo?

Sí. La Corte miró la elección de la Corte Suprema y el Consejo de Estado, que claramente es ajena a los ritmos de una elección o de una reelección presidencial. Hoy los enfrentamientos que hay entre la Corte Suprema y el Presidente muestran que se ha exacerbado la separación de poderes a raíz de la reelección, y no lo contrario.

Segundo, miramos la Corte Constitucional y claramente su procedimiento de elección impide que las mayorías coyunturales adquieran control de la Corte, porque las dos terceras partes de sus magistrados provienen de ternas de la Corte Suprema de Justicia y del Consejo de Estado. Nadie duda de que la Corte Constitucional es independiente del Ejecutivo y del Congreso.

Miramos la conformación de la Junta del Banco de la República y determinamos que todos los presidentes, desde 1991, han puesto mayoría de miembros de la junta del Banco, de tal manera que la influencia de un Presidente en los miembros de la junta o el nombramiento de una mayoría no depende de que haya reelección. Siempre los presidentes han podido nombrar a la mayoría de ellos y a pesar de eso esa junta ha sido independiente de los presidentes de turno y siguen siéndolo frente al presidente Uribe.

¿Y la segunda reelección?

Primero, la posibilidad de que nuevas fuerzas políticas se proyecten ante los electores se reduce y la alternación en una democracia se afecta enormemente. Segundo, cuando hay dos reelecciones seguidas y una misma persona gobierna 12 años a un país, el incremento del poder presidencial es tan grande que, a pesar de todos los sistemas de pesos y contrapesos, es imposible que no haya una afectación grave de la independencia de los otros órganos. La mejor prueba de que una sola reelección no afectó la independencia ni de la justicia ni del Banco de la República, es lo que ha sucedido durante los cuatro últimos años de gobierno del presidente Uribe.

La pregunta que voy a hacerle no debe ser interpretada como un intento de presionar por su conducto la decisión de la Corte. ¿Pero si usted fuera hoy magistrado, votaría a favor o en contra de la reelección?

Yo seguiría el precedente de que la Corte ya había dicho claramente que la reelección solo podía darse por una sola vez.

¿Que esta reelección sea de origen popular afecta de alguna manera ese precedente?

No. La Corte dijo que el pueblo, cuando vota en un referendo, es un órgano de reforma de la Constitución, no se expresa como el constituyente soberano. La prueba es que en cualquier referendo el pueblo responde a una pregunta que se le ha formulado y está circunscrito y limitado a esa pregunta. ¿Cómo puede estar un soberano circunscrito y limitado a una pregunta? En cambio, el pueblo sí obra como soberano cuando convoca a una asamblea constituyente sin ninguna limitación de sus competencias, y así lo ha dicho la Corte.

¿Qué tan factible cree que la Corte se salga de la camisa de fuerza de la forma que se impuso el magistrado Sierra por su escuela jurídica y analice la sustitución del modelo político de la Constitución?

No está obligada, y ha habido precedentes en los que la Corte ha preferido quedarse en los argumentos por vicios de procedimiento y no entrar al tema de sustitución de la Constitución. Eso sucedió con el tema del estatuto antiterrorista, que se cayó por vicios de forma y se quedaron ahí. Yo salvé el voto diciendo que no compartía que esos fueran vicios de forma sino simples irregularidades y dije que sí había que mirar el tema de la sustitución, pero me quedé sólo con esa posición.

¿No ameritaría en este caso un pronunciamiento de fondo de la Corte? Es que estamos hablando de la posibilidad de que la segunda reelección sí sustituya el sistema político que nos gobierna...

Esa fue la tesis que sostuvo la Corte en el 2005. Compartí esa posición, pero por respeto con los magistrados de la Corte no voy a decirles qué tienen que hacer en este caso.


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