lunes, 15 de febrero de 2010

¿Aumentará o bajará votación a Congreso el 14 de marzo?


En los comicios parlamentarios de 2006 el censo electoral era de 26.595.171 ciudadanos aptos para votar, pero sólo lo hicieron 10.793.408. Pero de este volumen de sufragios, sólo hubo 9.200.076 válidos, ya que se registraron 291.864 votos en blanco, 1.212.004 nulos y 381.328 tarjetones no marcados. ¿Qué puede pasar en la próxima cita en las urnas? Aquí los dos escenarios posibles.

VOTACIÓN DISMINUIRÁ O SERÁ MUY PARECIDA

1. Si bien el censo electoral para los comicios del próximo 14 de marzo (29.882.147) es mayor al de 2006 (26.595.171), la depuración, aunque tardía, adelantada por la Registraduría al registro base de votantes bien pudo haber implicado dar de baja entre 500 mil y un millón de cédulas de personas muertas, integrantes de las Fuerzas Militares o presas. En ese orden de ideas, lo que se gane por el lado de nuevos cedulados que efectivamente voten, se pierde por efectos de la depuración a medias que sacó a tanto ‘muerto que venía votando’. Más aún porque históricamente los niveles de abstención electoral siempre se han ubicado en alrededor del 60%.

2. La crisis de legitimidad y credibilidad que afectó al saliente Congreso por cuenta de escándalos tan graves como los de la parapolítica, lejos de haber forzado entre la ciudadanía una indignación de marca mayor y, por ende, una intención manifiesta de aplicar masivamente un voto de castigo a la dirigencia política, lo que terminó produciendo -según lo revelan las encuestas- es una apatía electoral muy preocupante. Los sondeos evidencian que hay una creciente franja de población que considera que “votar es botar el voto” y entonces se abstendrán de ir a las urnas para manifestar así su inconformidad con la dirigencia política.

3. Pese a la gravedad del escándalo de la parapolítica, la mayoría de los partidos no introdujo en sus listas de candidatos un porcentaje significativo de nuevas caras que permitan al electorado tener una amplia variedad de perfiles y trayectorias que lleven al ciudadano a creer que el Congreso sí puede cambiar. El reciclaje electoral de los condenados por parapolítica, a través del lanzamiento de hermanos, esposas y familiares, es un hecho palpable y desalentador para la opinión pública.

4. A diferencia de lo que ocurrió en 2002 y en menor proporción en 2006, los grupos paramilitares ya no tienen la fuerza ni estructura para presionar o comprar grandes potenciales de votación a favor de tal o cual candidato. Las nuevas bandas criminales emergentes luchan por el poder delincuencial pero no se les ve intención mayor de infiltrar la actividad política y electoral. En ese orden de ideas, será difícil que se repitan las sorprendentes votaciones que en el pasado ayudaron a elegir a más de un congresista investigado luego por nexos con paras.

5. La campaña al Congreso ha tenido un muy bajo perfil, sin grandes debates ni pujas entre los candidatos, debido a que ha estado eclipsada por la incertidumbre de la segunda reelección presidencial. Esa baja exposición mediática sin duda alguna afecta la posibilidad de una incidencia grande del voto de opinión o castigo, y termina favoreciendo a los tradicionales cacicazgos y clientelas electorales, que al ver poca competencia no se esfuerzan por aumentar sustancialmente su nivel de votación.

6. Los incentivos que se dan por votar no han tenido mayor eco entre la ciudadanía, e incluso algunos han sido debilitados por sentencias judiciales, bajo la tesis de que se estaba violando el principio de igualdad ante la ley.

VOTACIÓN AUMENTARÁ

1. Estadísticamente es poco probable que con un censo electoral más grande, el nivel de votación vaya a retroceder de manera significativa frente a lo que pasó en 2006. Es claro que se trata de 3 millones de ciudadanos más habilitados para votar el 14 de marzo y que la depuración a medias que pudo adelantar la Registraduría en el censo electoral, lo que sacó fue las cédulas de personas muertas, presas o de la Fuerza Pública que cuatro años atrás no votaron, salvo un pequeño porcentaje manejado por redes de fraude electoral.

2. Aunque no parezca a primera vista, lo cierto es que sí hay un buen porcentaje de caras nuevas en las listas para Cámara y Senado, forzado en gran parte porque casi un tercio de los parlamentarios elegidos en 2006 ya no se presentará a la reelección el próximo 14 de marzo, debido a que terminaron en líos con la justicia. Puede que ello no sea tan palpable a nivel de listas al Senado, pero sí lo es en lo que se refiere a las de Cámara de Representantes, en donde existe un nivel aceptable de recambio y nuevos perfiles. Además, estadísticamente está demostrado que la población juvenil es cada día más precoz en materia política y electoral, y eso terminará pesando en la asistencia a las urnas.

3. El recliclaje electoral de los congresistas condenados o investigados por parapolítica es controvertido, nadie lo duda, pero sería ingenuo creer que pese a los procesos judiciales sus respectivas clientelas regionales desaparecieron o fueron conquistadas por sus rivales. El hecho de que familiares se hayan candidatizado, es una prueba de que se sienten lo suficientemente fuertes para no dejar perder la cuestionada curul.

4. El alto clima de polarización política y electoral que vive el país desde hace un buen tiempo ha llevado a que las campañas al Congreso se hayan atado de manera muy fuerte a variables tales como el uribismo o el antiuribismo; el reeleccionismo o el anti-reeleccionismo; o el respeto a toda costa de las reglas del juego constitucionales Vs. el pragmatismo reformatorio amparado en razones de conveniencia o popularidad. Hoy a los aspirantes al Congreso los identifican más por la orilla en que están en materia de competencia presidencial, y ese factor será definitivo el 14 de marzo venidero.

5. A diferencia de lo que ocurrió en las elecciones de 2006, en donde hubo más de 1,6 millones de votos nulos o no marcados, en gran parte porque la ciudadanía, sobre todo en zonas rurales, no manejaba aún muy bien el tarjetón electoral, en los próximos comicios ya no habrá tanto despiste y muy posible que la cantidad de sufragios no válidos disminuya de manera sustancial y aumente en consecuencia la votación efectiva por los candidatos.

6. Cada vez que se habla de que hay muy pocos candidatos de opinión o de voto protesta, éstos terminan dando las sorpresas, más aún porque los medios se encargan de hacerle eco y promoción, y por eso es posible que el 14 de marzo haya más de una sorpresa.


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