domingo, 21 de febrero de 2010

El Episcopado Católico frente a elecciones


Como discípulos de Jesucristo, y haciendo sus veces en la dirección de su Iglesia y en la relación con los aspectos civiles, estamos los Obispos llamados a expresar nuestro pensamiento en los distintos momentos del venir de nuestros pueblos.

Un hecho fundamental es que Cristo y todos sus fieles seguidores tenemos un deber sagrado con la madre Patria, que exige de sus buenos hijos estar atentos y sentir sus alegrías y sus dificultades (Lc. 19.4), como conducta acorde con la sabia norma de “dar al César lo que es del César” (Mt. 22, 21). Un buen católico debe ser un buen ciudadano, y no puede estar de espaldas a los aconteceres nacionales, por lo que en un certamen electoral es su deber, a conciencia, dar su voto por aquellas personas que vayan a defender en los estrados gubernamentales y legislativos los valores de nuestra civilización cristiana y los derechos de todos y cada uno de los ciudadanos, comenzando por el de la vida desde el vientre materno.

El Episcopado Colombiano entregó al finalizar su reciente Asamblea (8 al 12-02-10) un mensaje en el que haciendo memoria del valor y nobleza de intención de los próceres de la Independencia, época de cuya iniciación culminante estamos celebrando su Bicentenario, se invita a poner en alto valores como la dignidad humana y todo cuanto surge desde ese tronco vital, algo que por fortuna ha sido cultivado con el correr de los años pero cuyo descuido ha traído tantos males como la violencia a toda escala, la corrupción en tantos aspectos, los interminables atentados terroristas con crímenes atroces, la desfiguración de la familia que es tan sagrada para los cristianos con exaltación de uniones antinaturales con peligros de un trágico derrumbe de nuestra sociedad. Fue muy ponderada la referencia a este proceso electoral de parte del Presidente de la Conferencia, Mons. Rubén Salazar Gómez, en el discurso inaugural de la pasada Asamblea, quien iniciaba recordando que en él estamos invitados a contribuir con el voto al fortalecimiento de nuestras instituciones, y, ante el espectro de la corrupción y de fuerzas oscuras que tratan de capturar al Estado, pedía “una especial atención para discernir por encima de intereses personales, grupales y partidistas, lo que conduce al bien de toda la Nación”. Lo anterior, “implica ahondar (por encima de banderías o colores políticos) en los programas de los candidatos, en su hoja de vida, en sus intenciones reales en la búsqueda del poder”.

Recuerda, más adelante, Mons. Salazar, las claras, profundas y prácticas enseñanzas del Papa Benedicto XVI en su encíclica “Caritas in Veritate”, “que son no solo un elemento útil sino indispensable para llevar a la construcción de una buena sociedad y a un verdadero desarrollo humano integral” (n.4). A la aplicación de esos benéficos y sólidos ideales, y al rechazo de programas que propicien algo contra la vida o simpaticen con caminos de odio y violencia, hay un valiente llamado si queremos de verdad el bien de la Patria. Definió con claridad la pastoral y de la Iglesia así: “No señalemos a uno u otro candidato para calificarlo o descalificarlo. Nuestro tarea es hacer tomar conciencia de los grandes principios que deben guiar a las personas y a las instituciones para que podamos alcanzar una convivencia digna para todos”.

El Mensaje de todo el Episcopado concluye con una invocación a Dios para que nos asista en este momento de nuestro historia, con un llamado a los candidatos a pensar y comprometerse de verdad con el bien común de todo el País con buenos programas para luego ejecutarlos de verdad, y a los electores “a aprovechar la oportunidad para cumplir con el deber y el derecho de votar”, y participar así activamente en la vida del País, y no dejar que otros decidan en contra de sus ideales. Así estamos llamados a cumplir fervorosamente con la Patria.

* Presidente del Tribunal Ecco. Nal.


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