jueves, 7 de mayo de 2009

La encrucijada liberal


La estrategia de las toldas rojas tiene tres retos: superar el potencial electoral de Serpa, acercarse a los 2,2 millones de la consulta de 2006 y evitar que la gran cantidad de precandidatos debilite peligrosamente al ganador para negociar con el Polo.

EN POLÍTICA no hay nada escrito. Esa premisa viene como anillo al dedo frente a los interrogantes que empiezan a surgir en torno al alud de precandidatos presidenciales que harán parte de la consulta interna del Partido Liberal en septiembre próximo para escoger a quién defenderá las banderas rojas en la justa por la Jefatura de Estado.

Para no pocos analistas la estrategia delineada por el ex presidente César Gaviria para tratar de retornar a su partido a la Casa de Nariño luego de tres periodos de sequía de poder presidencial, tiene tantas ventajas como riesgos.

El escenario inicial muestra que es la primera vez que el liberalismo llega sin Horacio Serpa, su máximo elector en la última década y media, a una justa por la titularidad en la Casa de Nariño. En tres ocasiones al dirigente santandereano le correspondió ser el abanderado del ‘trapo rojo’ y si bien perdió en 1998 con Andrés Pastrana y luego en 2002 y 2006 con Álvaro Uribe, a lo largo de ese lapso no hubo otro dirigente de su partido que lo igualara en potencial y arrastre a la hora de las urnas. En estas tres justas, pasó de 5,4 millones de votos a 3,5 millones y cerró con 1,4 millones.

En lo que hace a consultas internas para escoger candidato único, la última fue la de marzo de 2006. Allí Serpa ganó con un poco más de 1 millón de votos, seguido por Rafael Pardo con 526 mil, Rodrigo Rivera con 500 mil y Andrés González con 120 mil. En total, hubo 2,2 millones de votos.

¿Podrá el liberalismo alcanzar en la próxima consulta interna de septiembre un desempeño similar? Al decir de la cúpula de esa colectividad las posibilidades son buenas. Y para ello se basan en el que califican como muy buen desempeño de las toldas rojas durante los comicios regionales de 2007, pese a cinco años ya en los ‘peladeros’ de la oposición y tras haber sufrido no pocos reveses políticos frente al entonces reelecto presidente Uribe y su coalición mayoritaria. Sin embargo, no hay que olvidar que el liberalismo cayó en las elecciones parlamentarias de 2006, pasando a ser la tercera fuerza en el Senado, tras La U y el conservatismo.

Cifras y peros

Alcanzar 2,2 millones de votos en la consulta interna no es nada fácil. De un lado, Serpa no estará presente y así lo ratificó en reciente columna editorial en este diario, al salirle al paso a una propuesta que perseguía reunir firmas para que renunciara a la Gobernación de Santander y volviera a buscar la Presidencia. De otro, el ex mandatario César Gaviria, sin duda el otro gran elector probado del partido, también declinó buscar su reelección, pese a las reiteradas peticiones parlamentarias en ese sentido.

Así las cosas, la misión de alcanzar ese potencial electoral queda en manos de los ocho precandidatos inscritos para la consulta. De ellos, los de mayor potencial electoral probado son Pardo, quien logró más de medio millón de votos en la consulta de marzo de 2006, y ex gobernador de Antioquia, Aníbal Gaviria, quien en los comicios regionales de 2003 alcanzó 520.150. A su turno, la senadora Cecilia López logró en los comicios parlamentarios de 2006 un poco más de 32 mil votos.

Entretanto, el senador boyacense Héctor Elí Rojas repitió curul tras sumar más de 48 mil votos. En esa misma cita electoral, el hoy también precandidato Iván Marulanda Gómez apenas si logró 3.500 votos. Aunque el ex procurador y ex fiscal Alfonso Gómez Méndez también se ha medido en las urnas, de ello hace mucho tiempo, razón por la cual no sería equilibrado traer a colación un dato tan lejano. Del ex ministro Alfonso López Caballero no hay tampoco antecedentes y menos del sorpresivo precandidato Rubiel Orlando Espinosa Triana, que se inscribió a última hora.

Obviamente, no se pueden sumar estas votaciones y concluir que el liberalismo está lejos de alcanzar los 2,2 millones de votos que logró en la consulta de 2006. Se trata de elecciones y momentos electorales muy distintos, que no permiten análisis comparativo alguno.

Tres elementos

De cara a la consulta interna de septiembre se mueven otro tipo de debates y controversias, ajenos a los de las frías cifras. Por ejemplo, hay dirigentes liberales que dicen que el ex presidente Gaviria pareciera jugado a favor de Pardo, y que prueba de ello es que habría maniobrado para bloquear la posibilidad de que Rivera -abierto reeleccionista uribista- pudiera ser precandidato liberal, al tiempo que no le hizo fuerza alguna para que la senadora Piedad Córdoba, que en un momento dado llegó a tener más de 30 puntos en las encuestas de favoritismo partidista, participará en la contienda por la candidatura única.

Un segundo elemento del escenario inicial de la campaña liberal se basa en que si bien Pardo continúa punteando las últimas encuestas (24% en la última Datexco), el ex gobernador Gaviria (9,7%) avanza de manera significativa (impulsado por el siempre decisivo liberalismo antioqueño) y Cecilia López, que ganó escenario mediático y dimensión nacional en el Congreso, se ubica ya con un 11,7 por ciento. Todavía falta por establecer si el ex embajador López Caballero logra arrastrar algo del viejo lopismo así como una franja del liberalismo uribista. Por igual tanto Gómez Méndez como Rojas pueden abarcar un porcentaje del voto rojo en Tolima y Boyacá, respectivamente.

Todo lo anterior puede redundar, más temprano que tarde, en que la votación de este partido termine dispersada entre varios precandidatos, lo que le restaría al ganador de la consulta peso político y electoral a la hora de ir a negociar una alianza con otros sectores antiuribistas, como el Polo, que ya en los comicios presidenciales de 2006, con los 2,6 millones de votos a favor de Carlos Gaviria, dobló al liberalismo en las urnas. Es claro que quien más arrastre de votos demuestre, puede exigirle al socio que le ‘cargue el maletín’ en la primera o segunda vuelta presidencial.

A diferencia de lo que piensan algunos dirigentes de ese partido, la meta no está en poder superar en votos a los conservadores que, por ahora, se mantienen firmes en ir a consulta interna en septiembre para escoger candidato único, pese a que apoyan un tercer periodo de Uribe Vélez. La pelea liberal no es con las toldas azules, sino con la coalición uribista, más aún cuando cada vez crece la posibilidad de que el Jefe de Estado pueda aspirar a una segunda reelección.

Distraerse en pujas internas y cuestiones de mecánica lo único que produciría sería una nueva y grave derrota para el ‘trapo rojo’.


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