miércoles, 5 de noviembre de 2008

Santos y Padilla también deben renunciar por crímenes de Soacha


El Ministro de Defensa admitió que existieron falsos positivos, pero no en la cantidad que se está denunciando

LA BANCADA de la oposición les exigió ayer su renuncia al ministro de Defensa, Juan Manuel Santos, y al comandante de las Fuerzas Militares, general Freddy Padilla de León, por el escándalo de los falsos positivos.

Durante un duro y extenso debate en la Comisión Segunda del Senado y en la plenaria de esa Corporación, los legisladores del Polo y el Partido Liberal denunciaron que los crímenes como los de Soacha no son casos aislados, sino que ya existen casi cinco mil denuncias.

“Esta ya es una conducta reiterada y sistemática que ha venido sucediendo en nuestro país. Están denunciadas 13.634 muertes fuera de combate, de ellas 1.314 de mujeres, 719 niñas y niños y 1.477 desaparecidos forzadamente. El 75,4 por ciento son responsabilidad del Estado”, denunció el senador del Polo Parmenio Cuéllar, citante al debate y quien le exigió responsabilidad política al Ministro.

“Ojalá que usted cuando recorra el territorio nacional en campaña presidencial no se encuentre con las víctimas de los falsos positivos diciendo: ‘hoy llega el candidato presidencial de los falsos positivos’”, dijo Cuéllar, quien acusó a Santos de haberle “sacado el cuerpo a la situación”.

A su turno, el también senador del Polo Luis Carlos Avellaneda denunció que las ejecuciones extrajudiciales obedecen a alianzas entre miembros del Ejército y grupos de autodefensas no desmovilizados o emergentes.

“Desde las Fuerzas Armadas hay hechos terroristas. Eso debe causar demasiada alarma, el hecho de que existan hechos terroristas causados por agentes estatales para que comencemos a pensar en hacer una rectificación en la política de la seguridad democrática”, increpó el senador Avellaneda.

Entretanto, el senador liberal Héctor Elí Rojas aseguró que el Ministro hizo caso omiso de las advertencias que sobre estos hechos le habían hecho la oposición y el procurador general de la Nación, Edgardo Maya.

“Señor Ministro: renuncie por dignidad para la historia de Colombia porque ya van a ser más de 10 mil ejecuciones extrajudiciales y usted ahí sentado, atornillado y los demás (militares) para la casa y usted ahí, esperando a que Uribe le diga ‘tu eres mi sucesor’ para que usted pueda decir algún día que Rafael Pardo y (José) Vivanco (jefe de la Human Rights Watch) son cómplices de las Farc”, advirtió el senador.

Por último, el congresista Jaime Dussán indicó que las responsabilidades políticas también recaen sobre Santos y Padilla, porque “es lamentable que ustedes salgan como asesinos”.

“El Presidente está en la obligación de reconocer estos hechos ante la comunidad nacional e internacional y pedirle perdón a todos. El Presidente está obligado a reconocer estos crímenes y a reparar a las víctimas y está en la obligación de revisar su política de seguridad”, exigió el legislador del Polo.

Sí hubo ejecuciones

Al tomar el estrado, el ministro Santos pidió respeto por las Fuerzas Armadas y aseguró que “no llegaré a calificar a mis enemigos políticos como asesinos”.

No obstante, Santos aseguró que si bien existieron ejecuciones extrajudiciales, las responsabilidades deben ser individuales.

“Sí hay casos, y lo reconozco como Ministro, sí hay casos de las mal llamadas ejecuciones extrajudiciales, pero no en la magnitud que lo dicen”, aseguró Santos, quien negó también que se autoricen ascensos militares por número de muertes.

“No voy a renunciar a mi cargo. El Presidente me ha dicho que soy yo el que debe adelantar las investigaciones y así será”, enfatizó el Ministro, quien adjudicó al éxito de la política de seguridad democrática el incremento de las denuncias sobre estos hechos.

“Las denuncias se han dado porque la gente ha perdido el miedo a denunciar, porque la política de seguridad les ha dado el entorno para que denuncien”, manifestó el Ministro, quien denunció que un desmovilizado de las Farc advirtió que el Mono Jojoy mandaba a matar civiles para presentarlos como caídos en combate.

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