Durante el debate se llevaron a cabo duros cuestionamientos a la unidad de la coalición y a la de sus partidos miembros: el estudio duró cuatro horas a pesar de que estaban tres ministros puyando por la celeridad de la votación
POR NO haber permitido que la oposición expusiera dos proposiciones a la reforma política, este proyecto, el único de origen gubernamental que pasó en esta legislatura, podría tener vicios de trámite en su control constitucional.
Así lo denunciaron varios congresistas en el pleno de la Cámara de Representantes, que ayer discutió hasta altas horas de la noche la conciliación del articulado, después de que pasó el lunes anterior en el Senado. Finalmente, la coalición de Gobierno se impuso 93 votos a 3 y el proyecto continuará en marzo su trámite en la Comisión Primera de esta Corporación.
El hecho ocurrió cuando se disponían a votar dos proposiciones del Polo y el liberalismo, que pedían el retiro del acto legislativo debido a que no había sido publicado en la gaceta del Congreso.
Según el reglamento, cuando un articulado es aprobado debe pasar un día para su conciliación, de manera que la gaceta (documento del Legislativo) sea impresa y remitida a los congresistas. Sin embargo, como la reforma fue aprobada el lunes a las 8 de la noche, la oposición consideró que no era posible su estudio ya que ni siquiera habían pasado 24 horas después de su debate en Senado.
No obstante, la mesa directiva, presidida en ese momento por el vicepresidente de la Cámara, Odín Sánchez, le negó a los opositores exponer sus argumentos ante la plenaria y llamó inmediatamente a la votación nominal para conocer si ésta quería o no que se aprobara la proposición. Este hecho generó la ira de los liberales, de los cuales algunos, como Óscar Hurtado y Clara Pinillos, increparon a la mesa. Sin embargo, Sánchez evitó dar la palabra a los congresistas asegurando que “la votación ya se había iniciado”.
Al final, la Cámara negó la petición 87 votos a 7.
Después, Sánchez le dio la palabra al vocero del Partido de la U, Carlos Soto, lo cual fue rechazado enérgicamente por los liberales quienes indignados exigieron que se les diera primero el uso de la palabra, ya que la habían pedido con anterioridad.
Soto pidió que se repitiera la votación “para no volver a caer en un vicio de trámite”. El sufragio se repitió y volvió a ganar el NO con 89 votos contra ninguno.
“Esta reforma está viciada porque no se puede reabrir una discusión ya cerrada”, sentenció el representante liberal Zamir Silva.
La oposición, además, anunció que no continuará participando en el trámite venidero del proyecto.
No obstante, el representante de Cambio Radical Heriberto Sanabria, ponente de la iniciativa, aseguró que no existen vicios “porque los vicios son subsanables y eso fue lo que hicimos: repetir la votación”.
¿Coalición rota?
La larga y acalorada discusión hizo entrever dos detalles que, a consideración de miembros de la coalición del Gobierno y la oposición, marcaron el inicio del fin de la unión de los partidos uribistas en la Cámara.
El primer episodio ocurrió cuando el representante Mauricio Lizcano (la U) increpó tres veces al presidente de la Cámara, Germán Varón (Cambio Radical), para que cambiara el orden del día y así poder continuar inmediatamente después de la conciliación con el trámite del referendo.
Varón le respondió a Lizcano asegurando que ese había sido el orden del día conciliado con el Gobierno “y si no le gusta, entonces dígale al país que no está de acuerdo con la coalición ni con el Gobierno. Es que hacer política a costillas del Gobierno cuando uno busca su reelección se equivoca”.
El segundo hecho ocurrió durante toda la tarde ya que muchos congresistas hicieron hincapié en que en el recinto de la Cámara se encontraban tres ministros: Fabio Valencia, del Interior; Diego Palacio, de Protección Social, y Andrés Felipe Arias, de Agricultura, de quienes se decía que hacían lobby con la coalición para pasar rápidamente y sin contratiempos la reforma. Sin embargo, el debate comenzó a las 5 de la tarde y concluyó a las 9 de la noche, tres horas antes de finalizar la primera mitad de la legislatura.
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