domingo, 10 de mayo de 2009

Laberinto electoral


Más allá del fortalecimiento de Fajardo y Santos, lo más llamativo es que el escenario para el referendo reeleccionista se complica significativamente a la hora de las urnas y la meta de superar los 7 millones de votos se estrella contra realidades políticas y numéricas.

VARIAS SON las conclusiones que deja la última encuesta Gallup, cuyos resultados vienen publicándose en los medios desde el viernes. La primera es que quienes votarían el referendo están en un 59 ciento, que descontando los votos negativos (que a la larga no irán a las urnas, acorde con la obvia campaña por la abstención) terminarían en un 49,6 por ciento.

Si se toma la referencia de la gente que suele votar válidamente en Colombia, que de acuerdo con las últimas cifras son 11,6 millones de personas, entonces ello significa que a favor del referendo sólo habría 5,6 millones de votos. La cifra resulta, ciertamente, bastante exigua de acuerdo con los topes legales que se requieren. En efecto, a hoy para que el referendo reeleccionista sea aprobado necesitaría de 7,2 millones de votos afirmativos o negativos (no sirven los nulos, los no marcados ni los blancos).

Como se sabe de antemano que la campaña contra el referendo va a promover la abstención, quienes hayan pensado votar de forma negativa, muy posiblemente al final de la campaña se abstendrán de ir a las urnas.

Ahora bien, hay quienes piensan que el referendo sí puede alcanzar ese umbral mínimo de 7,2 millones de votos, basándose en que en las elecciones presidenciales de 2006 el Jefe de Estado logró casi 7,4 millones de votos a su favor.

Esa hipótesis tiene varios peros. El primero, desde luego, es que una cosa es una elección presidencial con nombre propio y contendores y otra muy distinta aquella que se cita para depositar el sufragio con el fin de cambiar una norma constitucional. Un segundo elemento en contra es que en los comicios de 2006 Uribe Vélez tenía una favorabilidad de 77 por ciento, mientras que hoy por hoy ese rubro tiende a la baja y se ubica casi 10 puntos porcentuales por debajo, una vez se ha dejado entrever en las encuestas el creciente rechazo ciudadano por el desempleo y la corrupción imperantes. En tercer lugar, no se puede obviar el impacto que está teniendo la crisis económica en todo el país, que no sólo se manifiesta en un aumento de la desocupación sino en el apretón de gastos en los hogares, la recesión industrial y la pérdida de confianza en la capacidad oficial para hacerle frente a la coyuntura. Una situación adicional se configura en que en los últimos comicios para escoger inquilino de la Casa de Nariño el Candidato-Presidente no tenía rivales de su propia cauda, como sí ocurrirá en el referendo. Es posible que algunos partidos voten por disciplina de bancada en el Congreso el trámite de la iniciativa, pero seguramente a la hora de las urnas no todos los parlamentarios estarán unidos para jalonar la participación de sus seguidores, sabido que individualmente han estado en contra del referendo.

Sorpresas y ausencias

Otra cosa que sorprendió de la última encuesta Invamer Gallup fue el hecho de que el sondeo excluyó del escenario de las precandidaturas a Noemí Sanín, quien en los últimos años no sólo ha mantenido una de las tasas de favorabilidad más altas sino que cuando su nombre ha entrado a jugar en la baraja, se lleva un buen porcentaje de las posibilidades, no sólo al interior del conservatismo sino en el uribismo e incluso en sectores liberales. En otras palabras, muy seguramente los resultados de la encuesta serían distintos si la hoy embajadora en Londres, que no ha descartado la eventualidad de una candidatura, hubiera sido tenida en cuenta.

Otro aspecto que debe analizarse antes de entrar a mirar los resultados de la encuesta, es que la misma sólo tiene en cuenta a las cuatro principales ciudades del país (Bogotá, Cali, Medellín y Barranquilla) y no al resto de las trece principales capitales departamentales como tampoco a ciudades intermedias y algunos municipios de importancia. Ello obviamente va en contra de candidatos que como Germán Vargas Lleras llevan varios meses de pueblo en pueblo haciendo su campaña. Fajardo también ha realizado una labor similar, pero es claro que en sus posibilidades pesa mucho el apoyo que tiene en Medellín, ciudad de la que fue alcalde.

Hecha esa claridad, es obvio que la mayor sorpresa en la encuesta es el repunte de Fajardo, quien prácticamente gana todos los escenarios en donde se enfrenta al resto de precandidatos y candidatos. Sin embargo, es necesario precisar que ese repunte del ex burgomaestre se da en fórmulas en donde no se le preguntó a los encuestados qué pasaría si éste se enfrentara directamente con el Jefe de Estado.

Sin duda alguna la forma en que el dirigente antioqueño ha tomado distancia de la polarización política en torno a una segunda reelección presidencial, le ha servido no sólo para captar apoyos en sectores independientes, sino también dentro de las toldas del uribismo y el antiuribismo.

Está claro que la polarización entre reeleccionistas y antireeleccionistas desgasta la imagen de muchos dirigentes, sobre todo por la sobre-exposición mediática sin que los conceptos a favor y en contra varíen.

Si bien Fajardo aún tiene en su contra que su nombre no alcanza la dimensión nacional que sí ostentan otros de sus rivales en la carrera por la Casa de Nariño, su favorabilidad está por encima del 45 por ciento, mientras que la desfavorabilidad apenas es de un 8 por ciento. Al decir de muchos asesores políticos, en campaña siempre es más importante el resultado de este último indicador que el del primero. El ministro de Defensa, Juan Manuel Santos, por ejemplo, si bien tiene un porcentaje de favorabilidad mejor que el del ex alcalde (55 por ciento), registra el triple de desfavorabilidad (24 por ciento).

Ahora bien, el ministro de Defensa, cuya renuncia es inminente, es claro que se constituye como el principal rival que tendría Fajardo, claro si Uribe no se lanza a una segunda reelección.

Aunque Santos no está en campaña, a diferencia de otros precandidatos, el hecho de estar todos los días bajo el foco de los medios y presentándose como el sucesor más seguro de la Política de Seguridad Democrática lo ha terminado de posicionar en el partidor. Lo que está por verse es cómo le irá una vez salga del Gobierno y tenga que medirse de igual a igual con el resto de los aspirantes.

Los otros

En donde deberían encenderse las alarmas es en los partidos más tradicionales. Por ejemplo, si bien el ex ministro Rafael Pardo se muestra como el candidato más opcionado para ganar la consulta interna del liberalismo para escoger aspirante único, sus posibilidades a la hora de medirse contra Fajardo y Santos son muy reducidas.

A ello debe sumarse el hecho de que a pesar de estar hace poco en el partidor de las precandidaturas el nombre del ex gobernador de Antioquia, Aníbal Gaviria, va tomando poco a poco impulso y más temprano que tarde se erigirá como el más seguro rival de Pardo en la consulta de finales de septiembre. Ambos han sido medidos en las urnas y lograron un poco más de medio millón de votos en elecciones uninominales.

También debe crecer la preocupación en las toldas azules. Es claro que el ex ministro de Agricultura, Andrés Felipe Arias, se consolida como el más fuerte de los precandidatos conservadores para ganar la consulta interna, pero una vez su nombre se enfrenta a Fajardo pierde mucho terreno, mientras que frente a Santos aparece muy parejo.

Como ya se dijo, el problema en estos momentos para Pardo y Arias no es tanto ganar la consulta interna, pues no sólo la encuesta de Invamer los confirma como los más opcionados, sino que otros sondeos también les otorgan una ventaja significativa. El riesgo está en que con una campaña presidencial cada vez más corta y en la que media la incertidumbre que la posibilidad de una segunda reelección de Uribe Vélez, hoy por hoy están muy bajos en posibilidades de jalonar alianzas y acuerdos multipartidistas en torno suyo, ya sea en la orilla del uribismo o en la antiuribista.

Tampoco le va mejor al Polo. Pese a que en los comicios de 2006 el ex candidato presidencial Carlos Gaviria Díaz alcanzó 2,6 millones de votos, en esta ocasión cada vez que su nombre es enfrentado en distintas llaves contra Fajardo, Santos y Vargas Lleras es más que duplicado en posibilidades.

Obviamente el hecho de que los nombres de Gustavo Petro y Luis Eduardo Garzón no hayan sido tenidos en cuenta, seguramente impacta de forma negativa la evaluación de cómo está la colectividad frente al uribismo, los liberales, los conservadores y los independientes.

Como se ve, la encuesta de esta semana presenta un escenario electoral muy distinto al arrojado por anteriores sondeos. Sin embargo, es necesario aclarar que no sólo han cambiado las circunstancias políticas sino que el hecho de que en esta nueva medición se hayan excluido algunos nombres como los de Sanín, o se hubiera evitar enfrentar a Uribe con el resto de precandidatos, obviamente genera conclusiones sorpresivas.


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