El paradero del niño Emmanuel, la mano de Ríos, la posibilidad de recompensa y libertad al Mono Jojoy, la negativa del logo humanitario en la Operación Jaque, así como el rosario de vicios en el referendo, los borrachos en el Congreso, la debacle anunciada de las “pirámides”, la orden escrita del DAS para espiar al Polo, el escándalo de la Casa de Nari… Situaciones tan insólitas, extrañas y alucinantes que cualquiera pudiera pensar que fueron montajes o nunca pasaron. Pero, sí, ocurrieron.
EN EL país del Sagrado Corazón todo puede pasar. Esa ha terminado por ser una máxima en el imaginario popular colombiano. Y no se trata de una exageración, ya que para bien o para mal en nuestro país se suceden con frecuencia hechos y circunstancias que para la comunidad internacional simplemente parecen increíbles, traídas de los cabellos o responden a aquello que ha dado lugar en llamarse la realidad macondiana…
Hoy, 28 de diciembre, cuando el mundo cristiano conmemora el Día de los Inocentes, es un buen día para hacer un repaso por toda una serie de hechos noticiosos que coparon la agenda en todo el año y que de haberse registrado en otra parte del planeta bien podrían ser catalogados como una broma, una circunstancia montada para causar hilaridad o asombro, o un chascarrillo de mal gusto, pero en todo caso no correspondientes a la realidad.
Por ejemplo, el caso del niño Emmanuel, nacido en cautiverio, bien podría haber dado para una broma, obviamente inhumana y pesada, de las Farc, pero no fue así. En realidad, la guerrilla duró varios meses engañando al país, a la senadora Piedad Córdoba, al presidente venezolano Hugo Chávez y a toda la comunidad internacional. Afirmaba que tenía en su poder al hijo de la ex candidata vicepresidencial Clara Rojas, pero a comienzos de enero toda la trampa quedó al descubierto cuando el Gobierno reveló que el menor estaba desde hace tiempo en manos de un hogar sustituto del Bienestar Familiar. En otras palabras, el menor estaba libre pero ni la subversión o el Estado lo sabían.
Y hablando de las Farc, no deja de generar cierta hilaridad el anuncio que a finales de marzo hiciera el gobierno Uribe al ofrecer una millonaria recompensa por el cadáver del fallecido fundador de las Farc, Manuel Marulanda Vélez, alias Tirofijo, que, según la guerrilla, murió en la selva, recostado en el dorso de su compañera sentimental y por causas naturales. Todavía no se entiende qué llevó al Ejecutivo a pensar que si por 40 años nadie lo entregó vivo, ahora porque lo harían muerto.
Pero esa no ha sido la única situación alucinante que este año ocurrió en Colombia con relación al tema de las recompensas.
Por ejemplo, la opinión pública aún recuerda horrorizada la noticia conocida también en el primer semestre en torno a que un guerrillero de medio rango y conocido con el alias de Rojas, decidió asesinar a su jefe, nadie menos que alias Iván Ríos, integrante del secretariado de las Farc, y para comprobar el hecho y reclamar la recompensa que el Gobierno ofrecía, no tuvo reparo alguno en cortarle una mano al cabecilla muerto y llevarla a la unidad militar a la que se presentó para ‘oficializar’ el hecho.
Sin embargo, y se aclara que no fue ninguna inocentada, así parezca, el tema de las recompensas pareció llegar a su máximo ilógico semanas atrás cuando la Casa de Nariño, alentada por el caso del guerrillero alias Isaza, que desertó de las Farc y ayudó a escapar al secuestrado ex parlamentario Óscar Tulio Lizcano, decidió lanzar una propuesta arriesgada: subversivo que entregue plagiados –sólo del grupo de los mal llamados ‘canjeables’- no sólo tendrá derecho a la recompensa sino que accederá a libertad automática, así esté acusado de delitos de lesa humanidad.
Aunque ya esa oferta parecía exagerada y hasta peligrosa, el techo del asombro nacional se alcanzó cuando el alto comisionado de Paz, Luis Carlos Restrepo, confirmó que la misma no se extendía sólo a guerrilleros de medio o bajo rango sino que, incluso, si un integrante del Secretariado como Jorge Briceño, alias Mono Jojoy, se entregaba con un secuestrado a bordo, también podría acceder a los beneficios de libertad automática y recompensa.
Para no salirnos del tema y seguir con lo relacionado con las Farc, tampoco se puede considerar menos que extremo lo que le pasó al Gobierno con ocasión de la histórica Operación Jaque, que permitió rescatar a 15 de los principales secuestrados por la guerrilla.
Desde un principio el presidente Uribe, la cúpula militar y los propios liberados aseguraron que durante la operación no se habían suplantado insignias humanitarias. Sin embargo, días después todo ese argumento se vino al piso al revelarse las primeras fotografías que así lo confirmaban.
El Ejecutivo, entonces, aseguró que había sido un hecho aislado de un uniformado que se asustó al ver, desde el helicóptero, los guerrilleros en tierra. Pero de nuevo unos videos que fueron filtrados y en los que se veía la preparación del operativo, dejaron sin piso la palabra del Gobierno al confirmarse que la utilización del logo de la Cruz Roja Internacional fue deliberada y planeada para facilitar el engaño.
Y para culminar lo que tiene que ver con la guerrilla, para muchos colombianos no supo más que a broma de mal gusto el ver al presidente francés Nicolas Sarkozy dirigiéndose públicamente a Marulanda para conminarlo a que liberara a Ingrid Betancourt, dándole de manera indirecta un estatus que no podía otorgársele al jefe de una organización considerada internacionalmente como terrorista.
Descaches en referendo
Ahora, si se habla de situaciones que parecieran ser inocentadas pero, en realidad, no lo fueron, es claro que el descache con la pregunta del referendo reeleccionista tiene un lugar bien ganado.
Y es que para la gran mayoría de los colombianos aún no está claro cómo pudo ser posible que el promotor de la campaña del referendo, el ex ministro Luis Guillermo Giraldo, que incluso admite que tuvo asesoría de ex magistrados de las altas cortes, se equivocó de manera tan grave en la redacción de la pregunta. El yerro es de tal magnitud que se convirtió en el principal obstáculo para viabilizar una segunda reelección consecutiva del presidente Uribe. Al tenor textual del interrogante que se pidió a más de cuatro millones de personas respaldar con sus firmas, la posibilidad de un tercer mandato del hoy Jefe de Estado queda aplazada para 2014.
Ahora, ese no es el único hecho alrededor del referendo que suena a inocentada pero, se aclara, no lo es. Por ejemplo, advertir que la organización Primero Colombia, bajo la cual se manejaron las dos campañas presidenciales de Uribe Vélez, no tenía nada que ver con la firma Colombia Primero, que se encargó, bajo una controvertida movida contable, de financiar la campaña de recolección de firmas, termina siendo un argumento tan extraño como insólito, pero no tanto como cuando se descubrió que la sede de la polémica fundación era la propia residencia del ex congresista caldense.
Y qué decir con otras anomalías alrededor de la campaña de recolección de firmas, como el hecho de que entre las cédulas que presentaban problemas a la hora de la revisión por parte de las autoridades electorales estaba la del propio Giraldo.
Pero las movidas insólitas alrededor del tema del referendo no se quedan ahí. Por ejemplo, que más inocentada que la afirmación hecha al filo de la madrugada del 17 de diciembre por el representante a la Cámara Roy Barreras, cuando en medio de una sesión extraordinaria citada por el propio Gobierno para salvar el proyecto del referendo, afirmó que con el proyecto de ley “no se estaba reeligiendo a alguien en particular”.
Pero la tapa del debate no fue esa, sino cuando los voceros de la oposición y el uribismo trataron de utilizar la noticia del fallecimiento de un parlamentario para, los primeros, tratar de levantar la sesión “en señal de duelo” y, los segundos, afirmar que el aprobar el referendo era un homenaje póstumo al representante muerto.
En el Congreso
Pero no terminan ahí los hechos acaecidos en el Parlamento que, si no se supiera que en realidad pasaron, cualquier persona pensaría que se trató de inocentadas o, a lo sumo, bromas de mal gusto, ya que parecería imposible que algo así ocurriera.
Por ejemplo, aún está fija en la memoria de muchos colombianos la angustia que se vivió en el Congreso cuando el representante a la Cámara, José Fernando Castro Caicedo, sufrió un paro cardíaco en plena sesión y tuvieron que pasar 20 minutos para que llegara la ambulancia con personal médico para atenderlo. Ni siquiera había una camilla para transportarlo, dos congresistas con experiencia en medicina le dieron los primeros auxilios y el cuerpo desfallecido del congresista fue bajado por varias personas a través de las escaleras.
Tampoco se borra fácilmente de la memoria el escándalo que se suscitó al término de la legislatura en momentos en que se discutía nada menos y nada más que el proyecto de ley que crea el Estatuto para las Víctimas de la Violencia, quizá la iniciativa de mayor importancia en todo el año. Mientras que el ponente trataba de explicar las modificaciones al proyecto que ya agonizaba en la plenaria de la Cámara de Representantes, el desorden imperaba y algunos uribistas querían trabar la discusión para dar paso al proyecto de referendo. El pico de la discusión llegó cuando se denunció que había parlamentarios borrachos en el recinto y que los vasos de tinto, pero llenos de licor, circulaban en las curules. El lamentable espectáculo fue agravado por la reacción destemplada de varios parlamentarios que pese a las evidencias insistían en que no se estaba ingiriendo alcohol.
Pero si de escándalos se trata, el registrado a finales del primer semestre en la Comisión I del Senado no tiene comparación. Instruidos por el Gobierno, varios senadores uribistas se ‘volaban’ de las sesiones con el único fin de provocar el hundimiento del proyecto de reforma política que imponía fuertes castigos a los partidos involucrados en la parapolítica. La táctica fue calificada por este diario como La doctrina Teodolindo.
Debacle anunciada
También se ganó un lugar a pulso entre las situaciones que parecieran inocentadas, aunque no lo eran, lo que pasó con la debacle de las llamadas “pirámides”. Cuando estas redes de captación ilegal de dineros se vinieron al piso a finales de noviembre, llevándose por delante los ahorros de miles de personas que, pese a las advertencias y lo sospechoso del negocio, arriesgaron sus pocos o muchos capitales en pos del dinero fácil, quedó claro que se trataba de una tragedia anunciada.
Lo más grave no fue la debacle sino el hecho de que las “pirámides” venían funcionando de forma abierta hace más de dos años, con sedes públicas, pagando impuestos e incluso con varios procesos investigativos encima. Sin embargo, pese a que el Gobierno, la Fiscalía, la Policía y las superintendencias Financiera y de Sociedades sabían de las anomalías que se escondían detrás de estas empresas captadoras, el Estado en su conjunto fue impotente para detenerlas y, al final, la estafa masiva se terminó concretando.
Cuando la debacle sobrevino, entonces se produjo un cruce de señalamientos entre las distintas autoridades y aunque el Gobierno insiste en que con dineros del presupuesto público no se va a reparar a los estafados, poco a poco se están expidiendo medidas para ayudar a los que perdieron dineros en las “pirámides”, mientras que el resto de los colombianos que sí hicieron caso de las advertencias o que desconfiaron de un negocio tan sospechoso quedan discriminados de los beneficios ofrecidos.
El caso de la intervenida DMG también se han dado episodios que parecerían inocentadas pero, se aclara, no lo fueron. Por ejemplo, aún no se entiende cómo una empresa presuntamente asociada a ese grupo terminó pagando con tulas llenas de dinero el millonario monto de una licencia para televisión satelital. Tampoco deja de ser un hecho insólito que una empresa de seguridad del mismo holding haya transportado las firmas del referendo reeleccionista del gobierno Uribe. Y qué decir del mico que se incluyó en el proyecto de reforma financiera para tratar de legalizar algunas de las operaciones con tarjetas prepago. Al principio nadie respondía por el controvertido artículo pero luego de una semana por fin aparecieron los ‘padres’ de la criatura pero negando que hubiera intención malsana alguna.
Otras perlas
Otro episodio que, sin duda alguna, parecería una inocentada, pero que, se aclara, no lo fue, es el referido a las circunstancias que rodearon la salida de María del Pilar Hurtado de la dirección del Departamento Administrativo de Seguridad (DAS).
Y es que en ningún otro país se entendería como algo serio que desde el organismo de seguridad e Inteligencia se haya dado una orden por escrito y con copia a todas las regionales para espiar, literalmente, a uno de los partidos de la oposición y, sobre todo, reportar los movimientos de varios de sus congresistas en medio de una campaña electoral interna.
También se puede considerar como una abierta inocentada, pero no lo fue, el traspié diplomático a que se expuso la ya deteriorada imagen internacional del país al nombrar como embajador en República Dominicana al ex gobernador Juan José Cháux, a sabiendas que estaba en la mira de las autoridades por señalamientos de parapolítica.
Y qué decir del escándalo que se generó cuando quedó al descubierto que delegados de los paramilitares extraditados se habían reunido en la Casa de Nariño con altos funcionarios del Gobierno para evaluar presuntas pruebas contra la Corte Suprema de Justicia. Desde entonces quedó acuñado el término “La casa de nari”.
Otros casos más se pueden sumar a la larga lista de inocentadas que, se aclara, no lo fueron. Por ejemplo, la dilatada renuncia del embajador de Colombia en Sudáfrica, que tardó un año para concretarse; la empelotada de la condenada ex parlamentaria Yidis Medina; el error en la terna para Defensor del Pueblo, pese a todas las advertencias previas que se hicieron…
Pero si de inocentada, que sí lo fue, se quiere hablar, hay un caso emblemático: la negativa del Gobierno a rebajar el precio de la gasolina pese a que la cotización internacional se descolgó en tres meses de 147 dólares a 42, y a que el precio nacional se igualó con el externo, haciendo innecesarios los subsidios. Cuando todo el país esperaba que, por fin, la gasolina fuera más barata, como ocurre en todo el mundo, al presidente Uribe se le ocurrió que no se “iba a regalar” el combustible y que el excedente se iba a destinar a inversión en infraestructura. De inmediato varios analistas advirtieron que el país estaba frente a una reforma tributaria disfrazada… ¡Páselas por inocente!
EN EL país del Sagrado Corazón todo puede pasar. Esa ha terminado por ser una máxima en el imaginario popular colombiano. Y no se trata de una exageración, ya que para bien o para mal en nuestro país se suceden con frecuencia hechos y circunstancias que para la comunidad internacional simplemente parecen increíbles, traídas de los cabellos o responden a aquello que ha dado lugar en llamarse la realidad macondiana…
Hoy, 28 de diciembre, cuando el mundo cristiano conmemora el Día de los Inocentes, es un buen día para hacer un repaso por toda una serie de hechos noticiosos que coparon la agenda en todo el año y que de haberse registrado en otra parte del planeta bien podrían ser catalogados como una broma, una circunstancia montada para causar hilaridad o asombro, o un chascarrillo de mal gusto, pero en todo caso no correspondientes a la realidad.
Por ejemplo, el caso del niño Emmanuel, nacido en cautiverio, bien podría haber dado para una broma, obviamente inhumana y pesada, de las Farc, pero no fue así. En realidad, la guerrilla duró varios meses engañando al país, a la senadora Piedad Córdoba, al presidente venezolano Hugo Chávez y a toda la comunidad internacional. Afirmaba que tenía en su poder al hijo de la ex candidata vicepresidencial Clara Rojas, pero a comienzos de enero toda la trampa quedó al descubierto cuando el Gobierno reveló que el menor estaba desde hace tiempo en manos de un hogar sustituto del Bienestar Familiar. En otras palabras, el menor estaba libre pero ni la subversión o el Estado lo sabían.
Y hablando de las Farc, no deja de generar cierta hilaridad el anuncio que a finales de marzo hiciera el gobierno Uribe al ofrecer una millonaria recompensa por el cadáver del fallecido fundador de las Farc, Manuel Marulanda Vélez, alias Tirofijo, que, según la guerrilla, murió en la selva, recostado en el dorso de su compañera sentimental y por causas naturales. Todavía no se entiende qué llevó al Ejecutivo a pensar que si por 40 años nadie lo entregó vivo, ahora porque lo harían muerto.
Pero esa no ha sido la única situación alucinante que este año ocurrió en Colombia con relación al tema de las recompensas.
Por ejemplo, la opinión pública aún recuerda horrorizada la noticia conocida también en el primer semestre en torno a que un guerrillero de medio rango y conocido con el alias de Rojas, decidió asesinar a su jefe, nadie menos que alias Iván Ríos, integrante del secretariado de las Farc, y para comprobar el hecho y reclamar la recompensa que el Gobierno ofrecía, no tuvo reparo alguno en cortarle una mano al cabecilla muerto y llevarla a la unidad militar a la que se presentó para ‘oficializar’ el hecho.
Sin embargo, y se aclara que no fue ninguna inocentada, así parezca, el tema de las recompensas pareció llegar a su máximo ilógico semanas atrás cuando la Casa de Nariño, alentada por el caso del guerrillero alias Isaza, que desertó de las Farc y ayudó a escapar al secuestrado ex parlamentario Óscar Tulio Lizcano, decidió lanzar una propuesta arriesgada: subversivo que entregue plagiados –sólo del grupo de los mal llamados ‘canjeables’- no sólo tendrá derecho a la recompensa sino que accederá a libertad automática, así esté acusado de delitos de lesa humanidad.
Aunque ya esa oferta parecía exagerada y hasta peligrosa, el techo del asombro nacional se alcanzó cuando el alto comisionado de Paz, Luis Carlos Restrepo, confirmó que la misma no se extendía sólo a guerrilleros de medio o bajo rango sino que, incluso, si un integrante del Secretariado como Jorge Briceño, alias Mono Jojoy, se entregaba con un secuestrado a bordo, también podría acceder a los beneficios de libertad automática y recompensa.
Para no salirnos del tema y seguir con lo relacionado con las Farc, tampoco se puede considerar menos que extremo lo que le pasó al Gobierno con ocasión de la histórica Operación Jaque, que permitió rescatar a 15 de los principales secuestrados por la guerrilla.
Desde un principio el presidente Uribe, la cúpula militar y los propios liberados aseguraron que durante la operación no se habían suplantado insignias humanitarias. Sin embargo, días después todo ese argumento se vino al piso al revelarse las primeras fotografías que así lo confirmaban.
El Ejecutivo, entonces, aseguró que había sido un hecho aislado de un uniformado que se asustó al ver, desde el helicóptero, los guerrilleros en tierra. Pero de nuevo unos videos que fueron filtrados y en los que se veía la preparación del operativo, dejaron sin piso la palabra del Gobierno al confirmarse que la utilización del logo de la Cruz Roja Internacional fue deliberada y planeada para facilitar el engaño.
Y para culminar lo que tiene que ver con la guerrilla, para muchos colombianos no supo más que a broma de mal gusto el ver al presidente francés Nicolas Sarkozy dirigiéndose públicamente a Marulanda para conminarlo a que liberara a Ingrid Betancourt, dándole de manera indirecta un estatus que no podía otorgársele al jefe de una organización considerada internacionalmente como terrorista.
Descaches en referendo
Ahora, si se habla de situaciones que parecieran ser inocentadas pero, en realidad, no lo fueron, es claro que el descache con la pregunta del referendo reeleccionista tiene un lugar bien ganado.
Y es que para la gran mayoría de los colombianos aún no está claro cómo pudo ser posible que el promotor de la campaña del referendo, el ex ministro Luis Guillermo Giraldo, que incluso admite que tuvo asesoría de ex magistrados de las altas cortes, se equivocó de manera tan grave en la redacción de la pregunta. El yerro es de tal magnitud que se convirtió en el principal obstáculo para viabilizar una segunda reelección consecutiva del presidente Uribe. Al tenor textual del interrogante que se pidió a más de cuatro millones de personas respaldar con sus firmas, la posibilidad de un tercer mandato del hoy Jefe de Estado queda aplazada para 2014.
Ahora, ese no es el único hecho alrededor del referendo que suena a inocentada pero, se aclara, no lo es. Por ejemplo, advertir que la organización Primero Colombia, bajo la cual se manejaron las dos campañas presidenciales de Uribe Vélez, no tenía nada que ver con la firma Colombia Primero, que se encargó, bajo una controvertida movida contable, de financiar la campaña de recolección de firmas, termina siendo un argumento tan extraño como insólito, pero no tanto como cuando se descubrió que la sede de la polémica fundación era la propia residencia del ex congresista caldense.
Y qué decir con otras anomalías alrededor de la campaña de recolección de firmas, como el hecho de que entre las cédulas que presentaban problemas a la hora de la revisión por parte de las autoridades electorales estaba la del propio Giraldo.
Pero las movidas insólitas alrededor del tema del referendo no se quedan ahí. Por ejemplo, que más inocentada que la afirmación hecha al filo de la madrugada del 17 de diciembre por el representante a la Cámara Roy Barreras, cuando en medio de una sesión extraordinaria citada por el propio Gobierno para salvar el proyecto del referendo, afirmó que con el proyecto de ley “no se estaba reeligiendo a alguien en particular”.
Pero la tapa del debate no fue esa, sino cuando los voceros de la oposición y el uribismo trataron de utilizar la noticia del fallecimiento de un parlamentario para, los primeros, tratar de levantar la sesión “en señal de duelo” y, los segundos, afirmar que el aprobar el referendo era un homenaje póstumo al representante muerto.
En el Congreso
Pero no terminan ahí los hechos acaecidos en el Parlamento que, si no se supiera que en realidad pasaron, cualquier persona pensaría que se trató de inocentadas o, a lo sumo, bromas de mal gusto, ya que parecería imposible que algo así ocurriera.
Por ejemplo, aún está fija en la memoria de muchos colombianos la angustia que se vivió en el Congreso cuando el representante a la Cámara, José Fernando Castro Caicedo, sufrió un paro cardíaco en plena sesión y tuvieron que pasar 20 minutos para que llegara la ambulancia con personal médico para atenderlo. Ni siquiera había una camilla para transportarlo, dos congresistas con experiencia en medicina le dieron los primeros auxilios y el cuerpo desfallecido del congresista fue bajado por varias personas a través de las escaleras.
Tampoco se borra fácilmente de la memoria el escándalo que se suscitó al término de la legislatura en momentos en que se discutía nada menos y nada más que el proyecto de ley que crea el Estatuto para las Víctimas de la Violencia, quizá la iniciativa de mayor importancia en todo el año. Mientras que el ponente trataba de explicar las modificaciones al proyecto que ya agonizaba en la plenaria de la Cámara de Representantes, el desorden imperaba y algunos uribistas querían trabar la discusión para dar paso al proyecto de referendo. El pico de la discusión llegó cuando se denunció que había parlamentarios borrachos en el recinto y que los vasos de tinto, pero llenos de licor, circulaban en las curules. El lamentable espectáculo fue agravado por la reacción destemplada de varios parlamentarios que pese a las evidencias insistían en que no se estaba ingiriendo alcohol.
Pero si de escándalos se trata, el registrado a finales del primer semestre en la Comisión I del Senado no tiene comparación. Instruidos por el Gobierno, varios senadores uribistas se ‘volaban’ de las sesiones con el único fin de provocar el hundimiento del proyecto de reforma política que imponía fuertes castigos a los partidos involucrados en la parapolítica. La táctica fue calificada por este diario como La doctrina Teodolindo.
Debacle anunciada
También se ganó un lugar a pulso entre las situaciones que parecieran inocentadas, aunque no lo eran, lo que pasó con la debacle de las llamadas “pirámides”. Cuando estas redes de captación ilegal de dineros se vinieron al piso a finales de noviembre, llevándose por delante los ahorros de miles de personas que, pese a las advertencias y lo sospechoso del negocio, arriesgaron sus pocos o muchos capitales en pos del dinero fácil, quedó claro que se trataba de una tragedia anunciada.
Lo más grave no fue la debacle sino el hecho de que las “pirámides” venían funcionando de forma abierta hace más de dos años, con sedes públicas, pagando impuestos e incluso con varios procesos investigativos encima. Sin embargo, pese a que el Gobierno, la Fiscalía, la Policía y las superintendencias Financiera y de Sociedades sabían de las anomalías que se escondían detrás de estas empresas captadoras, el Estado en su conjunto fue impotente para detenerlas y, al final, la estafa masiva se terminó concretando.
Cuando la debacle sobrevino, entonces se produjo un cruce de señalamientos entre las distintas autoridades y aunque el Gobierno insiste en que con dineros del presupuesto público no se va a reparar a los estafados, poco a poco se están expidiendo medidas para ayudar a los que perdieron dineros en las “pirámides”, mientras que el resto de los colombianos que sí hicieron caso de las advertencias o que desconfiaron de un negocio tan sospechoso quedan discriminados de los beneficios ofrecidos.
El caso de la intervenida DMG también se han dado episodios que parecerían inocentadas pero, se aclara, no lo fueron. Por ejemplo, aún no se entiende cómo una empresa presuntamente asociada a ese grupo terminó pagando con tulas llenas de dinero el millonario monto de una licencia para televisión satelital. Tampoco deja de ser un hecho insólito que una empresa de seguridad del mismo holding haya transportado las firmas del referendo reeleccionista del gobierno Uribe. Y qué decir del mico que se incluyó en el proyecto de reforma financiera para tratar de legalizar algunas de las operaciones con tarjetas prepago. Al principio nadie respondía por el controvertido artículo pero luego de una semana por fin aparecieron los ‘padres’ de la criatura pero negando que hubiera intención malsana alguna.
Otras perlas
Otro episodio que, sin duda alguna, parecería una inocentada, pero que, se aclara, no lo fue, es el referido a las circunstancias que rodearon la salida de María del Pilar Hurtado de la dirección del Departamento Administrativo de Seguridad (DAS).
Y es que en ningún otro país se entendería como algo serio que desde el organismo de seguridad e Inteligencia se haya dado una orden por escrito y con copia a todas las regionales para espiar, literalmente, a uno de los partidos de la oposición y, sobre todo, reportar los movimientos de varios de sus congresistas en medio de una campaña electoral interna.
También se puede considerar como una abierta inocentada, pero no lo fue, el traspié diplomático a que se expuso la ya deteriorada imagen internacional del país al nombrar como embajador en República Dominicana al ex gobernador Juan José Cháux, a sabiendas que estaba en la mira de las autoridades por señalamientos de parapolítica.
Y qué decir del escándalo que se generó cuando quedó al descubierto que delegados de los paramilitares extraditados se habían reunido en la Casa de Nariño con altos funcionarios del Gobierno para evaluar presuntas pruebas contra la Corte Suprema de Justicia. Desde entonces quedó acuñado el término “La casa de nari”.
Otros casos más se pueden sumar a la larga lista de inocentadas que, se aclara, no lo fueron. Por ejemplo, la dilatada renuncia del embajador de Colombia en Sudáfrica, que tardó un año para concretarse; la empelotada de la condenada ex parlamentaria Yidis Medina; el error en la terna para Defensor del Pueblo, pese a todas las advertencias previas que se hicieron…
Pero si de inocentada, que sí lo fue, se quiere hablar, hay un caso emblemático: la negativa del Gobierno a rebajar el precio de la gasolina pese a que la cotización internacional se descolgó en tres meses de 147 dólares a 42, y a que el precio nacional se igualó con el externo, haciendo innecesarios los subsidios. Cuando todo el país esperaba que, por fin, la gasolina fuera más barata, como ocurre en todo el mundo, al presidente Uribe se le ocurrió que no se “iba a regalar” el combustible y que el excedente se iba a destinar a inversión en infraestructura. De inmediato varios analistas advirtieron que el país estaba frente a una reforma tributaria disfrazada… ¡Páselas por inocente!
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